La autoestima es una necesidad emocional, una capacidad que implica aceptarnos y querernos tal y como somos, en definitiva, valorarnos. La autoestima de un niño se va configurando a lo largo de su desarrollo, a través de sus experiencias vividas, de los aprendizajes adquiridos y de la felicidad construida. Cuando un niño tiene buena autoestima se siente capaz y seguro para enfrentarse a sus retos del día a día.
Los padres podemos ayudar a construir una autoestima sana, un equilibrio entre la seguridad y la tolerancia a la frustración. A muchos padres nos preocupa la falta de autoestima de nuestros hijos, pero no nos podemos olvidar del exceso de autoestima, por lo tanto, dependerá de nosotros ayudarles a construirse dentro del equilibrio emocionalmente sano.
Nos puede ayudar compartir algunas de nuestras propias inseguridades cuando éramos niños y las actuales. Para nuestros hijos resulta muy reconfortante no sentirse solos o “raros”, al escuchar que sus padres pasaron y siguen pasando por situaciones y sentimientos como los suyos les ayudaremos a sentirse identificado con sus emociones.
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